19 mar 2010

En búsqueda de la riqueza intelectual


Aunque el objetivo, claro está, es el 2011, la realidad política de nuestro país se reinventa semana a semana sorprendiéndonos sin cesar por los caminos inesperables que va tomando. Este marco nos permite hacer conjeturas sobre el posible futuro del kirchnerismo y el Frente Unido en el Espanto (llámese así a la oposición de derecha y la funcional a ella), y escuchar hablar de dos escenarios posibles según la ideología que tenga el interlocutor: ante la falta de mayoría en ambas cámaras del Poder Legislativo, el Gobierno nacional deberá soportar la cancha marcada hasta el final del match o, un panorama mucho más negro todavía, el conglomerado conservador unificará formaciones para las elecciones presidenciales y liquidará por goleada al equipo de Cristina Fernández. Preocupante es que cualquiera de las dos interpretaciones significan un estancamiento en el avance de los debates trascendentales y necesarios para la sociedad argentina, últimamente tapados por la lucha-libre-vale-todo protagonizada por los Kirchner, el Grupo Clarín y ahora también los jueces, en pos del poder.

Nadie puede asegurar a esta altura del partido que las cartas están echadas en su totalidad. La hegemonía parlamentaria que tuvo el oficialismo en seis años de gestión le permitió abusar de su condición en varias oportunidades, lo que significó el nacimiento de un profundo rencor en el arco antikirchnerista, expresado en su máximo nivel a fines del año pasado cuando se modificó la correlación de fuerzas en las comisiones legislativas como resultado de las elecciones de junio. Ese odio inexplicable fue la fotografía que se vio la semana pasada y posiblemente se repita más de una vez en este año mundialista: un colectivo opositor unido en la venganza y con el único mandato de que el oficialismo muerda el polvo en todo lo que se proponga.

Algunos legisladores, ambiciosamente interesados, hablaron de un pacto profundo y hasta aseguraron contar con el apoyo comprometido, tanto en la Cámara de Diputados como de Senadores, para verter más paladas de tierra a la fosa del olvido en donde quisieran ver enterrado al kirchnerismo. Sin embargo, cuando al fin la "oposición" logró reunir a todos sus caballos de batalla y preparar la troupe para la guerra, emergieron a la superficie nada menos que las diferencias históricas que siempre caracterizaron a los partidos tradicionales, una barrera de hierro que deberán quebrar si aspiran llegar al Ejecutivo y que hoy por hoy parece estar más indestructible que nunca.

Lo cierto es que el clima político muestra signos leves de mejora ya que los bloques compactos que perturbaban -y perturban- el progreso de temas serios en el Congreso se están derrumbando. Así las cosas, oficialismo y oposición podrían encontrarse, antes que después, debatiendo leyes importantes para nuestro país con un nivel de riqueza intelectual mucho mayor al demostrado. Será fundamental en ese momento que nuestros representantes tomen nota de las necesidades del pueblo que los eligió y las involucren en los temas primordiales de la nación, sin importar las individualidades y muchos menos las cuestiones partidarias.