3 ene 2010

El momento indicado para dar vuelta la página


Abel Posse y Diego Guelar, ex diplomáticos de la dictadura que ahora reclaman amnistía.

Las sociedades del siglo XXI presentan lo que se llama la "conciencia colectiva", una especie de sentido común que se construye en base a los distintos discursos de los sectores que la componen y que se enriquece de disertaciones pero también de diatribas sobre hechos que marcaron su pasado. La mención viene al caso porque para que este concepto se desarrolle en plenitud todos los ciudadanos deben poder procesar su historia y comprenderla para no volver a cometer errores.

En los últimos meses del 2009 dos funcionarios macristas, Abel Posse y Diego Guelar, pidieron "saldar el pasado trágico" y una "gran amnistía nacional" para ex represores, sobre los que se cometió "un exceso de justicia". Si bien algún argentino desinteresado por los derechos humanos podría llegar a estar de acuerdo con esta idea, el debate sobre lo sucedido durante la década del 70 en nuestro país debería cerrarse cuando todos los cabos sean atados. De lo contrario, lo que estaríamos haciendo es bloquear un problema sin sanarlo o escondiendo la mugre debajo de la alfombra, por decirlo de una manera más experimental.

No resultó para nada extraño que algunos políticos de derecha comenzaran a enarbolar un discurso de olvido y perdón -discurso implantado por el menemismo con sus indultos a los militares-, pero también es bueno saber qué desempeño tuvieron ellos durante esa época que pretender borrar. Abel Posse, ex ministro de Educación que marcó un record en la Capital (ejerció sólo 12 días su mandato), fue designado en el Consulado de Venecia por la dictadura de Agustín Lanusse y en 1976 consiguió ser confirmado en el cargo; mientras que Diego Guelar, secretario de Relaciones Internacionales del PRO, es -nada más y nada menos que- el hermano de Guido, titular del Banco del Oeste en los años del proceso y partícipe de la bicicleta financiera que defraudó a ahorristas y al Estado impunemente con la "tablita" de Alfredo Martínez de Hoz.

Por ello, cuando una sociedad atraviesa un período traumático, sangriento y desgarrador como lo fue la última dictadura militar vivida en la Argentina, necesita metabolizarlo y buscar la forma de recomponer ese tejido social a través de la justicia y la memoria. Recién ahí se podrá dar vuelta la página y pasar a otro capítulo de la historia. A lo que hay que estar atento es si verdaderamente ese reclamo le pertenece a la sociedad toda o si nos encontramos frente a la iniciativa de un sector minoritario que cree ser la voz del discurso colectivo y le conviene que todo quede atrás. ¿Y todo esto para qué? Para que los argentinos repitamos hasta el cansancio el mensaje del "Nunca Más" a los otros y a nosotros mismos y quede resonando en nuestra "conciencia colectiva".

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