8 dic 2009

Una boda y un par de funerales

Rita Hester, asesinada el 28 de noviembre en Estados Unidos.

Con mis 20 años todo lo que siempre tengo en el tintero es la sensación de que muy de a poco estamos construyendo ese mundo equitativo para todos y todas (y créanme que ese optimismo siempre me desorienta un poco).

Basta con prestar atención a los medios de comunicación para darme cuenta de que el camino es largo y que la lucha tiene muchos frentes. Apoyo el casamiento entre personas del mismo sexo, soy de los que piensan que todos tenemos que gozar de los mismos derechos y festejo los logros, pero también creo que no alcanza mientras tengamos a nuestras chicas trans viviendo en condiciones de marginalidad, la violencia siga estando naturalizada en todas sus versiones y se siga criminalizando a los sectores más vulnerables. Sinceramente el festejar se me vuelve incómodo o mejor dicho contradictorio.

Por un lado estamos por "celebrar" el Primer Casamiento Gay en América latina, y ojalá que los diputados radicales y del Frente para la Victoria (FPV) reflexionen para que en estos días se llegue al quórum y se pueda discutir y reformular la Ley del Matrimonio en el recinto legislativo, pero por otro lado tenemos a compañeras que por no tener acceso a los servicios de salud, por no tener una vivienda digna, por estar totalmente expuestas a situaciones de riesgo, se mueren diariamente y acá se termina la situación de festejo.

El 28 de noviembre fue el Día de la Remembranza Trans y como leí en una nota de la compañera Diana Sacayán, coordinadora del Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (MAL), "no se puede decir que sea un día que se celebre sino que es simplemente el Día Mundial de la Memoria sobre lo que no tiene que seguir pasando pero pasa. La fecha fue elegida para recordar a Rita Hester, asesinada en 1998 en Boston, y a todas las personas trans que año a año corren la misma suerte". Por mi parte acompaño estas palabras y sostengo que no vamos a olvidar, que la memoria y la lucha van de la mano en este camino.

Esperemos que un futuro cercano, todas y todos podamos hablar de una sociedad inclusiva, de una sociedad donde, entre otras cosas, no se estigmatice la diferencia y en donde todos y todas gocemos de los mismos derechos.

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